miércoles, 22 de abril de 2015

Si ves la tierra morir


¿Con qué ganas fecundas un nuevo día? si apenas despiertas un ojo ves la tierra morir. Senil la alegría y de mesa desnuda.

Ya recibes la respuesta, sin tener hecha la pregunta: siquiera atención por cortesía o tiempo de hilar. Si la pérdida se escuda, quien quiera, que entienda. ¡Escucha!, te dicen, con el oído saturado, el pómulo cerúleo y enquistada la voz. Reflexiones en serie, y mira a otro lado.

¡Y estudia los clásicos y comprende sus pensamientos! de obligatoriedad y simple consumo, para acumular en depósitos, los despropósitos de sus miedos. Viviendo de lo que trae la marea, no necesito tus dudas. Sin ternura señalada, ni tus recias posturas acortarán mi espera.

Amé cuanto pude en su estrecha franja. Nivelada la balanza, ni aire retuve. Un día me desvié a buscar mi conveniencia. Orejas de burro y a enderezar mis laderas.

Ahora los hilos tensaron con fuerza. Cuando muevo mis pies, no los reconoce mi cabeza. En el fondo de este pozo he visto la luz. Ni hay amor tan hermoso, ni la soledad es su cruz.

Un día recibiré mi porción de esta tierra. Y ni en mi último instante replicaré a los gusanos. 
¡Ni alzó la mano. Que bueno que era!

¿Y cómo has de vivir, si ves la tierra morir?

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